Según la definición de la OIM, la reintegración es la reinclusión o reincorporación de una persona a un grupo o a un proceso, por ejemplo de un migrante en la sociedad de su país de origen. La reintegración es, por lo tanto, un proceso que permite al retornado participar nuevamente en la vida social, cultural, económica y política de su país de origen.

Todos los migrantes se enfrentan a los desafíos de adaptarse a las nuevas sociedades de acogida, y la identidad está en el centro de este proceso de adaptación. La experiencia de migración afecta tres aspectos de la identidad de una persona: 1) cómo es percibida por los demás; 2) factores sociales interiorizados, tales como roles y expectativas sociales relacionadas con el género, la cultura y las tradiciones; y 3) cómo la persona finalmente se ve a sí misma en términos de individualidad. Las personas retornados experimentan estos desafíos a su identidad, no solo durante el tránsito y al llegar a su destino, sino también durante el proceso de retorno y adaptación a sus comunidades de origen.

Cuando un migrante regresa a su país de origen, el proceso de reintegración estará determinado por factores tales como el tiempo que pasó en el extranjero, la cantidad de tiempo que la persona migrante había pensado que iba a ausentarse, la medida en que retuvo sus conexiones con la familia y las redes sociales en el país de origen, la medida en que se había integrado en el país anfitrión, y otros factores más estructurales como la vivienda adecuada y el empleo seguro. Muchos otros factores como estos afectan el proceso de reintegración al regresar al país de origen.

Sin embargo, la adaptación no solo trae consigo consecuencias negativas. Durante el proceso de migración, las personas aprenden y adoptan nuevas habilidades, experiencias y normas que moldean y enriquecen sus vidas. Esto también significa que su identidad cambia, muchas veces haciendo malabarismos con las identidades transnacionales que combinan partes de lo que solían ser y lo que son ahora, después de su experiencia migratoria. Todos estos factores dificultan que los migrantes retornados se adapten a su comunidad de origen, ya que existe una ruptura entre quiénes son ahora y quiénes se espera que sean según las personas que los conocieron antes de emigrar. En este sentido, la exclusión social es un gran riesgo para el bienestar emocional de los migrantes que regresan, ya que se asocia con consecuencias psicológicas negativas, como la depresión y la ansiedad, y puede afectar negativamente sus medios de vida y la sostenibilidad de su retorno.

Los retornados también deben hacer frente a una estructura de apoyo modificada en su comunidad de retorno. Las redes familiares y sociales de un retornado a menudo cambian mientras la persona migrante está en el extranjero, especialmente después de largos períodos. También es común que las personas pierdan su sentido de pertenencia, lo cual dificulta su adaptación. Por lo tanto, los retornados a menudo necesitan reconstruir sus redes, que son esenciales para el capital social, la información, las redes de seguridad y el acceso al mercado laboral.

Los niños y adolescentes migrantes también enfrentan desafíos específicos para regresar a países en los que nunca han vivido o no recuerdan después de años de vivir en el extranjero, por ejemplo, no estar familiarizados con el idioma y la cultura, y no tener redes de apoyo.

Otro factor importante es la forma en que los retornados a menudo son percibidos cuando regresan. Muchos retornados, independientemente de si regresaron voluntariamente o no a sus países de origen, experimentan discriminación a su regreso, o son estigmatizados erróneamente como delincuentes deportados, lo que dificulta su reintegración. El retorno también puede verse como un fracaso, especialmente al no volver con el dinero o ganancias que se esperaban.

Estos desafíos pueden llevar a sentimientos de frustración, inquietud, vergüenza y miedo, causando ansiedad y estrés en los migrantes que regresan. Estas consecuencias psicológicas comunes afectan negativamente su capacidad para enfrentar otros desafíos importantes del proceso de reintegración, como encontrar un trabajo. Los retornados que tienen acceso a soporte psicosocial probablemente tengan un tiempo más fácil para sobrellevar los impactos del retorno, tanto antes como después del retorno real. Esto es especialmente importante para los migrantes que forman parte de grupos vulnerables o que han sido víctimas de violencia.

Una parte esencial del enfoque de Retorno voluntario asistido y reintegración (AVRR por sus siglas en inglés) de la OIM es la sostenibilidad. La reintegración puede considerarse sostenible cuando los retornados alcanzan niveles de autosuficiencia económica, estabilidad social dentro de sus comunidades y bienestar psicosocial, lo que les permite hacer frente a los impulsores de la (re) migración. Una vez lograda la reintegración sostenible, los retornados pueden tomar decisiones de migración adicionales basadas en elección en vez de necesidad.

De acuerdo con el Marco AVRR, la reintegración sostenible se puede facilitar cuando las necesidades se abordan en 3 niveles diferentes: individual, comunitario y estructural. Esto significa que, en el caso de apoyo psicosocial, se deben implementar diferentes actividades en diferentes niveles. Algunos ejemplos incluyen la provisión de información acerca de los servicios disponibles para ellos, la mediación familiar y el apoyo grupal, sesiones de asesoramiento cuando el sufrimiento emocional es evidente y referencias a atención especializada de salud mental cuando sea necesario; el fortalecimiento de la capacidad técnica de socios gubernamentales, no gubernamentales y de la sociedad civil identificados a nivel estructural también es relevante para garantizar que los migrantes que regresan tengan fácil acceso a servicios sociales y de salud que facilitarán su reintegración.

Los gobiernos, las organizaciones y otrros actores deben centrarse en desarrollar programas de reintegración que respondan a las necesidades de estas poblaciones, mientras apoyan a los retornados para que puedan vivir sus vidas en su máximo potencial y tengan vínculos sanos y duraderos con sus comunidades, contribuyendo así al bienestar y crecimiento individual y colectivo.