Migrar suele implicar una serie de cambios y ajustes para los migrantes y sus familias. Los migrantes tienen que adaptarse a nuevas lenguas, culturas, tradiciones y sistemas sociales. Estos cambios pueden provocar un aumento temporal de los niveles de estrés, que normalmente se regula con el tiempo a medida que el individuo se adapta a las nuevas circunstancias, rutinas y estilos de vida del país de destino. Sin embargo, cuando una situación de crisis impide la migración, este proceso de adaptación se hace mucho más difícil, lo que puede tener consecuencias psicosociales negativas.

No es raro que una crisis sanitaria como la pandemia de COVID-19 pueda hacer que las personas experimenten mayores niveles de estrés, tristeza, confusión, ira o miedo, independientemente de su situación migratoria. Se trata de una situación nueva y desconocida que, en el contexto de las medidas de mitigación, ha provocado muchos cambios y desafíos en las dinámicas de trabajo y estilo de vida de personas de todo el mundo. Esto es especialmente cierto para las poblaciones migrantes, que pueden enfrentarse a mayores vulnerabilidades o desafíos.

Muchos migrantes pueden experimentar la incertidumbre sobre su futuro, la pérdida de seres queridos o la preocupación por su bienestar, además de las dificultades para acceder a servicios e información fiable debido a las barreras lingüísticas. Algunas personas también pueden sentirse culpables por tener familiares o seres queridos que viven en zonas de mayor riesgo o pueden temer ser separados de sus familias debido a las cuarentenas.

Las medidas de aislamiento físico pueden representar un reto para la salud mental de cualquier persona. Sin embargo, los migrantes también experimentan el agravante de estar lejos de casa y de las redes de apoyo. El aislamiento prolongado puede provocar estrés, agotamiento, desapego emocional, irritabilidad, insomnio, ansiedad, aumento del consumo de sustancias psicoactivas, falta de concentración, indecisión, disminución de la productividad, falta de motivación en el trabajo y/o bajo estado de ánimo.

El estigma y la discriminación también pueden tener un impacto negativo en la salud mental de las poblaciones migrantes, considerando que a menudo se les culpa erróneamente de importar enfermedades. El estigma puede producirse no sólo en el país de destino, sino también cuando regresan a su país de origen. Los migrantes procedentes de países o regiones que han registrado más casos del virus son especialmente vulnerables a este tipo de estigmatización.

Algunas personas se han quedado varadas en países distintos al de origen o destino debido al cierre temporal de fronteras que se aplicó como respuesta a la crisis sanitaria. Estos migrantes varados tienen vulnerabilidades psicosociales particulares que deben ser atendidas específicamente. Los trabajadores migrantes, especialmente los empleados en el sector informal, pueden estar experimentando mayores dificultades económicas debido a la pérdida de empleo o de sustento.

Las poblaciones que viven en refugios, campamentos o entornos similares pueden tener dificultades para poner en práctica las recomendaciones de higiene y distanciamiento físico necesarias por parte de las autoridades sanitarias debido al acceso limitado a productos de higiene personal y a las características de su infraestructura de alojamiento. Asimismo, estas poblaciones suelen experimentar condiciones de trabajo y de vida que conllevan más riesgos para su salud física y mental. Los migrantes, en particular los que se encuentran en situación migratoria irregular, pueden experimentar importantes barreras para acceder a una atención sanitaria oportuna en un idioma que entiendan. Esto incluye el acceso a las pruebas para confirmar o descartar el COVID-19, así como al tratamiento posterior. Estas situaciones pueden provocar mayores niveles de estrés, preocupación, angustia y ansiedad, entre otras consecuencias psicológicas negativas.

Si usted trabaja con inmigrantes, estas recomendaciones pueden ayudar a promover la salud mental durante el brote de COVID-19. Por supuesto, siempre es importante tener en cuenta el contexto en el que se desarrollan sus actividades.

1. Facilite el uso de la tecnología para que los migrantes puedan mantenerse en contacto con sus amigos y familiares. Es importante crear espacios para que la gente comparta sus emociones con personas de confianza.

2. Promueva estilos de vida saludables, que incluyan una alimentación adecuada, suficientes horas de sueño y actividad física, incluso durante el aislamiento.

3. Fomentar que se evite el consumo de tabaco, alcohol u otras drogas para hacer frente a las emociones difíciles. Por el contrario, facilitar el acceso virtual de los migrantes a los trabajadores de la salud mental y apoyarlos en la creación de un plan sobre cómo y dónde buscar ayuda en caso necesario.

4. Facilitar el acceso a la información de recursos fiables en idiomas que los migrantes puedan entender, de manera que puedan tomar precauciones razonables basadas en la evidencia.

5. Promover la exposición limitada a los medios de comunicación que informan sobre la crisis sanitaria, lo que puede ayudar a reducir la angustia.

6. Apoyar a los migrantes en la identificación de las habilidades que han utilizado en el pasado para superar la adversidad y facilitar el acceso a los recursos que necesitan para poner en práctica estos hábitos.

Para obtener más recursos sobre el apoyo a la salud mental de los migrantes, visite los sitios web del Comité Permanente entre Organismos y de la Organización Mundial de la Salud.

SDG 3 - SALUD Y BIENESTAR
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES