Lo primero que debemos saber es que la migración no es un problema a resolver; por el contrario, es un poderoso agente impulsor del desarrollo sostenible, tanto para las personas migrantes como para sus comunidades, aportando beneficios significativos en forma de capacidades, fortaleciendo la fuerza de trabajo, la inversión y la diversidad cultural, entre otros.

Sin embargo, la migración, especialmente cuando se presenta en forma masiva, implica retos que, apropiadamente gestionados, pueden convertir esos movimientos migratorios en fuente de crecimiento para locales y recién llegados. El desafío de administrar la migración ha crecido dramáticamente en las últimas décadas a medida que más y más personas se ven obligadas a mudarse de sus hogares por diversos factores económicos, políticos, sociales y ambientales.

Para empezar, la mayoría de los movimientos migratorios son regulares: se llevan a cabo legalmente a través de canales reguladores y medios legales. Por el contrario, la migración irregular se produce cuando una persona ingresa, se queda o trabaja en un país sin la autorización necesaria o los documentos exigidos por las normas de inmigración.

La migración es un fenómeno social causado por una amplia variedad de razones, incluida la búsqueda de mejores oportunidades económicas o educativas, el deseo de reunificación familiar, el cambio climático o los desastres.

Sin embargo, la migración que no es segura, ordenada y regular resulta en problemas que el mundo está experimentando actualmente, como los miles de migrantes que han muerto o han desaparecido a lo largo de rutas migratorias peligrosas; o la proliferación del tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas.

En respuesta al crecimiento de movimientos migratorios irregulares, muchos países están considerando el control de fronteras como una solución: cerrar los puertos de entrada para impedir la migración.

Es cierto que las políticas y herramientas de gestión de fronteras eficientes ayudan a prevenir la migración irregular, desmantelar las redes de crimen organizado y proteger los derechos de los migrantes. Son una parte esencial de la gobernanza de la migración, pero no la única.

Más allá del control fronterizo, los países pueden abordar la migración desde un punto de vista holístico que busca aprovechar su potencial para impulsar la economía de los países al mismo tiempo que aborda los riesgos del proceso y las causas que expulsan a las personas de sus países.

Aquí hay algunas recomendaciones basadas en el Marco de Gobernanza de la Migración de la OIM:

  • Los países deberían promover la estabilidad, la educación y las oportunidades de empleo y reducir los impulsores de la migración forzosa, permitiendo así a las personas elegir entre quedarse o emigrar.
  • La recopilación, análisis y uso de datos e información creíbles sobre, entre otras cosas, datos demográficos, movimientos transfronterizos, desplazamientos internos, diásporas, mercados laborales, tendencias estacionales, educación y salud es esencial para crear políticas basadas en hechos que sopesen los beneficios y riesgos de la migración.
  • La cooperación regional puede ayudar a minimizar las consecuencias negativas de la migración y preservar su integridad. También puede contribuir a los objetivos de desarrollo regionales y globales al mejorar el capital humano a través del desarrollo sostenible y asegurar el crecimiento económico a más largo plazo.

La migración tiene el potencial de traer resultados socioeconómicos positivos tanto para la sociedad como para los migrantes. Para que los países obtengan estos beneficios, sus políticas y prácticas deben promover el bienestar socioeconómico de los migrantes y la sociedad, al tiempo que se adhieren a las normas internacionales que respetan, protegen y cumplen los derechos humanos de las personas dentro del territorio de un estado sin discriminación basada en la nacionalidad, raza, género, religión o estado migratorio.