
Este año, la temporada de huracanes que está avanzando en Centroamérica, Norteamérica y en particular en la región del Caribe, tiene consecuencias más graves de lo habitual, debido a la preexistente emergencia de COVID-19. Las condiciones climáticas particularmente complicadas se suman a la crisis sociosanitaria y económica provocada por el virus y en este punto de convergencia tan dramático, las personas migrantes - entre ellas, las que son forzosamente desplazadas a consecuencia de desastres - se encuentran duramente afectadas.
Las previsiones por la actual temporada de tormentas tropicales (que corresponde a los meses entre junio y noviembre) estiman que entre 6 y 10 tormentas tropicales podrían adquirir fuerza de huracán, con vientos que alcanzan más de los 120 kilómetros por hora. Además, debido a la influencia del fenómeno de La Niña - que implica variaciones de las temperaturas oceánicas en el Pacífico- la cantidad de huracanes en el Atlántico puede aumentar significativamente debido al ambiente eólico más favorable. El presente panorama es descrito por expertos que advierten sobre una temporada de huracanes muy activa y longeva, sugiriendo que la región de Centroamérica y del Caribe podrán atestiguar un incremento de las migraciones y desplazamientos debido a los impactos del cambio climático.
¿Por qué las personas desplazadas por desastres como huracanes corren más riesgo de contraer la COVID-19?
Las personas migrantes y las que tendrán que desplazarse – sean desplazamientos internos o transfronterizos - a causa de fenómenos climáticos extremos, en particular durante la temporada de huracanes, podrían estar más expuestas al riesgo de contraer la enfermedad de COVID-19.
Esto es lo indicado por un comunicado de UNICEF que advierte acerca de las graves dificultades que los niños y niñas de América Central y el Caribe, junto a sus familias, enfrentarán durante la temporada de huracanes que coincide con el brote de COVID-19. El comunicado examina también algunos de los principales retos que enfrentan las personas desplazadas por desastres como huracanes en época de pandemia. Diferentes problemáticas, en este contexto de dificultades sanitarias, económicas y climáticas, pueden facilitar la transmisión de la enfermedad entre las personas migrantes y desplazadas:
- Los refugios abarrotados en los cuales muchas personas desplazadas se albergan y la dificultad de mantener el distanciamiento físico son situaciones que aumentan fuertemente el riesgo de la difusión de COVID-19. Asimismo, en operaciones de emergencia y de eventuales evacuaciones, garantizar el espacio físico entre las personas puede resultar complejo, pues las medidas que suelen ser tomadas para efectuar las evacuaciones chocan con algunas indicaciones para contrarrestar el COVID-19. Es por lo tanto necesario el diseño de protocolos de evacuación y de albergue que tomen en consideración medidas de prevención del contagio.
- La población desplazada vulnerable sufre condiciones precarias, como el acceso limitado a servicios de salud, pues las infraestructuras dedicadas a estos servicios pueden sufrir daños, quedar destruidas después de una catástrofe natural o sufrir cortes de energía. También el acceso a agua limpia y segura puede ser reducido o imposibilitado, impidiendo el respeto de las medidas preventivas contra el COVID-19, como el lavado frecuente de las manos.
- La situación sanitaria podría verse agravada por los escasos recursos económicos, lo que también conlleva a una falta de equipos de protección, condiciones que provocan una exacerbación de la emergencia COVID-19, facilitando la difusión de la enfermedad. Por el otro lado, habiendo dirigido una principal atención a la urgente emergencia sanitaria, los países de la región pueden haber descuidado las preparaciones adecuadas y la respuesta ante huracanes. Asimismo, la ayuda humanitaria dirigida a la población afectada está siendo temporalmente restringida en el contexto de la pandemia, lo que ha implicado una importante disminución de recursos y ayudas.
- Finalmente, los desplazamientos transfronterizos efectuados para huir de las zonas afectadas se encuentran suspendidos por las restricciones de movilidad, por lo que las personas varadas pueden quedarse sin posibilidad de evacuar su zona de residencia. Por el otro lado, los desplazamientos internos deben ser manejados intentando que las personas desplazadas no sean colocadas en zonas con altas tasas de casos de COVID-19, para garantizar su protección.
La pandemia es otro “huracán” que se ha desatado en nuestra región y en todo el mundo, y ha debilitado aún más la capacidad de responder prontamente a las consecuencias de los desastres. Las personas migrantes y desplazadas en nuestra región necesitan de una mayor atención que sea dirigida a protegerlas y aumentar su capacidad de recuperación frente episodios puntuales como son los huracanes, limitando los efectos que pueden ser dramáticos y pueden anular los esfuerzos anteriores para contener la pandemia.