Los peligros de la migración irregular se describen con mayor frecuencia como la exposición de los migrantes a cosas como rutas peligrosas, violencia de delincuentes y posibles traficantes. Y sí, los datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos indican que la frontera entre Estados Unidos y México se ha vuelto cada vez más peligrosa para las personas que intentan evitar la inspección. MMP ha registrado un total de 1,907 muertes en los últimos cinco años, de las cuales 444 ocurrieron en 2018.

Aún así, muchos sobreviven al cruce, solo para enfrentar peligros más allá del viaje clandestino. La realidad es que un gran número de personas hace el viaje con éxito, pero llegan sin una pieza vital de su vida anterior: el acceso a su identidad.

Una parte fundamental del bienestar individual es la conexión adecuada entre el individuo y el estado nación. Esta conexión se establece por ley para nacionales y migrantes a través del registro civil (o sistema de seguridad social en el caso de ciudadanos de los Estados Unidos) y la ley de inmigración. Ambos sistemas emiten formas de identificación para diversos beneficios para las personas. Así, el individuo es reconocido bajo la constitución de un país y puede acceder claramente a la protección del gobierno, así como a derechos y servicios como participación política, educación, empleo o atención médica. Al mismo tiempo, el individuo puede ser responsable ante el estado por violaciones legales y administrativas.

Cuando las personas cruzan las fronteras de manera irregular, se saltan estos procesos por completo, rompiendo la conexión entre el individuo y el estado. A su vez, esto crea una subcategoría de personas desconocidas para el estado.

Esto tiene varias implicaciones, pero lo más importante es que se traduce en vulnerabilidad para las personas y los estados. Sin el reconocimiento del gobierno, los migrantes viven sin la protección que conlleva, y sin documentos de identidad caen en la economía informal, donde pueden estar sujetos a prácticas de explotación. Al mismo tiempo, la economía informal crece con cada nuevo contribuyente y erosiona aún más la relevancia del estado legítimo.

La tendencia en las economías emergentes es que los gobiernos se centren más en controlar el acceso de las personas a un estado migratorio, pero no necesariamente en su territorio. Esto se combina con grandes economías informales. Como resultado, los migrantes irregulares buscan principalmente el acceso al territorio de un país y la informalidad, no el acceso al estado migratorio. A su vez, esto trabaja hacia el crecimiento de la desigualdad.

Para algunas personas, el simple hecho de ingresar a un país puede percibirse como una migración “exitosa”, pero sin las responsabilidades de gestión de identidad del estado y el individuo, ¿cuántos obstáculos tendrá que enfrentar un migrante el resto de su vida en ese país? Las poblaciones más vulnerables, como los niños, pueden ser traficadas o perderse sin que nadie pueda verificar su identidad. Pueden terminar siendo tan vulnerables en su país de destino como lo fueron durante su viaje.

La gestión de la identidad debe mejorarse colectivamente para evitar estos problemas. Una acción clave es mejorar las políticas que atraen a poblaciones irregulares para identificarse ante el estado y para que el estado tenga metodologías de trabajo para registrar a las personas que tal vez no puedan proporcionar documentación. Los sistemas de migración no deberían exacerbar las vulnerabilidades, sino garantizar la protección de los derechos humanos de los migrantes.