Según la OIM, las personas que se movilizan dentro del país de manera voluntaria se llaman migrantes internos y se mueve por varios motivos de manera formal e informal. Si el movimiento es forzado se llama desplazado interno (IDP por sus siglas en inglés).

También hay movimientos internos desde las áreas rurales hacia las áreas urbanas, llamados urbanización o transición urbana.

Los migrantes se mueven dentro de las fronteras de su mismo país como migrantes internos, es decir, como personas que buscan una nueva residencia temporal o permanente, independientemente de las razones para hacerlo. Un estimado conservador de la UNDP de 2009 indicó que la cifra mundial de migrantes internos se calculaba en 740 millones. Sin embargo, la estimación es incierta, en parte porque según lo que indica la series de investigaciones sobre migración “Migración internacional, migración interna, movilidad y urbanización” mientras mayor población tenga un país, mayor será su porcentaje de migrantes internos. Y en parte también por la compleja delimitación de esta categoría: ¿a qué distancia debe movilizarse una persona para ser considerada migrante interno?, ¿cuánto tiempo debe pasar en esta nueva residencia? Estas y otras preguntas dificultan la medición de la población que migra dentro de las fronteras de un Estado, y son pocos los países los que llevan registros al respecto. Los censos de población suelen ser los instrumentos utilizados más frecuentemente para medir la migración interna.

Dentro de la categoría de personas migrantes internas se encuentran las personas desplazadas internas, quienes aunque no cruzan una frontera estatal internacionalmente reconocida, sí son forzadas a moverse,  “en particular como resultado de o para evitar los efectos de conflictos armados, situaciones de violencia generalizada, violaciones de los derechos humanos o desastres naturales o provocados por el humano”, según lo define los Principios rectores del desplazamiento interno

De acuerdo con el Reporte Global de Desplazamiento Interno 2019, en 2018, la región de las Américas representó el 3.7% de los desplazamientos internos mundiales por conflicto, y el 9.8% de los desplazamientos por desastres naturales. Esto refuerza, como dice el reporte, que el desplazamiento interno es un reto global, pero que se concentra sobre todo en algunos países y regiones, como Etiopía, la República Democrática del Congo y Siria.

Según la Comisión de Población y Desarrollo de la ONU, la urbanización o transición urbana, tiene que ver con “un cambio en una población que está dispersa en pequeños asentamientos rurales, en los cuales la agricultura es la actividad económica dominante, hacia una que se concentra en asentamientos urbanos más grandes y densos caracterizados por un dominio de actividades industriales y de servicios”. La urbanización difiere del crecimiento urbano en tanto la primera significa un movimiento de personas, y la segunda en un incremento en la población urbana. La definición de qué es urbano y rural,  cambia de país a  país. Es relevante señalar que América Central es la segunda región del mundo con  tasas de urbanización alto que solo es superada por África.

El Portal de Datos Migratorios indica que la urbanización ocurre generalmente por procesos como el crecimiento natural de la población; cuando más personas se mudan de las zonas rurales a las urbanas; cuando se extienden los límites de lo que se considera urbano; y por la creación de nuevos centros urbanos. Aunque existen otros tipos de flujos migratorios internos, como el rural-a-rural, el urbano-a-urbano, y el urbano-a-rural, es la transición hacia lo urbano la que más ha ganado fuerza.

Las personas migrantes internas, desplazadas internas y aquellas que realizan una transición urbana pueden estar en más de una categoría al mismo tiempo y de allí que en ocasiones puedan confundirse. Además, hay que tener presente que las personas van y vuelven, ajustan su residencia por periodos cortos o largo de tiempo, y por lo tanto la migración no es necesariamente un proceso lineal, sino complejo y fluido en diferentes tiempos y espacios. Los factores que fomentan la migración interna son múltiples y se combinan entre sí e incluyen cuestiones sociales, políticas, económicas, demográficas, medioambientales y climáticas. La migración interna puede dar pie también a movimientos internacionales, tanto en el marco de desplazamiento forzado como de procesos más voluntarios.