Todas las personas tenemos cosas que decir y creemos que estas son las más importantes. Las organizaciones suelen repetir este patrón: tienen una agenda de cosas por informar, las publican y aseguran que han hecho comunicación.

En organizaciones internacionales, ONGs o instituciones públicas que trabajan en el amplio mundo de los derechos humanos y particularmente en asuntos relacionados a movilidad humana, responder acertadamente a las necesidades de las poblaciones afectadas debe ser el objetivo de todo lo que se realice, por tanto, es vital huirle al monólogo institucional.  Independientemente si se trabaja en un enfoque de construcción de capacidades, política pública o asistencia directa, colocar a las poblaciones afectadas en el centro de la intervención es la única forma de realizar un trabajo eficiente y sostenible.

Existen diferentes enfoques teóricos y prácticos para guiar este proceso, entre ellos la “Rendición de cuentas con poblaciones afectadas” (AAP, o, “Accountability to Affected Populations”) y la “Comunicación con comunidades” (CwC, o, “Communication with communities”). Estos términos usualmente son combinados o intercambiados con la “participación comunitaria” (community engagment), comunicación humanitaria, comunicación para el desarrollo, comunicación de riesgos y la participación comunitaria (Risk Communication and Community Engagement: RCCE), entre otros. (Más información aquí).

A pesar de los diferentes enfoques con los que se puede trabajar el tema, existen algunos elementos comunes sobre cómo puede entenderse y trabajarse la comunicación para guiar hacia enfoques más participativos y estratégicos:

1. Comunicación como derecho

El acceso a la información necesaria, en el momento oportuno y en el idioma adecuado, es un derecho humano fundamental que puede ayudar a salvar vidas. Sin información, las comunidades no pueden acceder a los servicios, conocer los riesgos de un contexto o tomar decisiones informadas. Las redes de trata y tráfico, por ejemplo, utilizan los rumores y la desinformación para engañar a las personas. Entender y posicionar que la comunicación es tan vital como los alimentos, el agua, el refugio y los medicamentos es el primer paso.

2. Comunicación como proceso y no como producto

Generalmente en las dinámicas organizacionales la comunicación se da como un proceso reactivo en el trabajo cotidiano y no es vista como elemento proactivo ni estratégico. La comunicación se reduce a la creación de productos comunicacionales, y en temas tan complejos como la migración este enfoque es vital. Las decisiones relacionadas a migración de las personas difícilmente se verán impactadas por un producto de comunicación aislado, se requieren procesos que contemplen una diversidad de factores.

3. Comunicación basada en evidencia

La comunicación sobre migración debe partir de las necesidades de información del público meta y no de la agenda de las organizaciones. Incluso en situaciones de emergencia, el primer paso debe ser evaluar las necesidades. Todas las decisiones de fondo y forma deberían basarse en el conocimiento e inclusión de la población y todas las variables relacionadas a sus necesidades de comunicación, acceso a canales de información y capacidades para ser parte de las actividades y soluciones.

4. Comunicación inclusiva, apropiada y participativa

Un análisis adecuado de la población y sus dinámicas es clave para que la comunicación se dé de manera respetuosa y contextualizada. La comunicación debe atender eficazmente las necesidades de distintos grupos y diversificar los canales de distribución y formatos, particularmente cuando hablamos de poblaciones en movimiento y/o en condiciones de vulnerabilidad. Es indispensable garantizar la comprensión y el respeto del idioma, las culturas y las costumbres locales, para esto se recomiendan actividades de validación previa y de construcción participativa de productos.

5. Comunicación de doble vía

Poner a las poblaciones objetivo en el centro de toda intervención es posible únicamente cuando existe un esfuerzo planificado y consciente por mantener un diálogo. Esto implica mecanismos colectivos para buscar sus opiniones de manera que las personas tengan siempre la oportunidad para informar, influenciar, comentar y criticar acciones, proyectos y servicios.  Es importante ir más allá de tener un buzón de sugerencias o un perfil de Facebook y realmente promover como parte del trabajo cotidiano una escucha activa con las poblaciones. Encuentre aquí recursos para trabajar mecanismos de retroalimentación y manejo de rumores.

6. Comunicación transparente

Es importante que las organizaciones e instituciones se entiendan como actores en el ecosistema comunitario y el contexto general, nunca como el centro de todo. A partir de ahí se debe trabajar por garantizar que la población tenga un conocimiento transparente sobre el rol, los objetivos y limitaciones de la organización. Esta transparencia será recompensada con confianza, que es la base de cualquier vínculo.

7. Comunicación coordinada

¡Todo comunica! Tanto el desplegable informativo como el trato en una ventanilla de servicios, las organizaciones no deben desligar lo que dicen en sus productos de comunicación con lo que dicen con su comportamiento. La coordinación entre lo que se dice formal e informalmente, literal e implícitamente es clave para que al final del día puedan darse procesos de comunicación efectivos.

Estas 7 formas de abordar el tema le ayudarán a transformar la comunicación en un valioso activo para lograr sus objetivos. Finalmente, para evaluar en qué medida sus proyectos o actividades incorporan enfoques participativos puede utilizar el CwC/AAP Marker realizado por la Oficina del Enviado Especial del Director General de la OIM para la Respuesta Regional a la Situación de Venezuela (2021).  

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES